El término Masaje lo encontramos en las raíces etimológicas del latín, del griego, del árabe, del sánscrito.
Se empleaba para hablar de amasar, ablandar, apretar con suavidad, mezclar dando forma, tocar con sensibilidad… aún antes de que existiera la harina, creo que ya existía el masaje.
El primer contacto de mis manos con el cuerpo es instintivo; los músculos se relajan, tonifican y descansan, generando placer, o aliviando un dolor.
La consciencia corporal se va abriendo paso, el cuerpo comienza a hablarnos.
El masaje es una buena herramienta para ir comprendiendo que toda la historia de mi vida está en mi cuerpo, -mapa de mi vida-.
Al dar un masaje voy escuchando el cuerpo de quien lo está recibiendo, percibiendo qué necesita, generando la confianza para poder ir soltando, respirando, haciendo espacio a lo que venga.
La conexión entre quien da y recibe es una espiral de comunicación y sanación profunda que nos nutre por igual.
Cuando la puerta de la escucha se abre habitando lo nuevo, deseamos que nos acompañe para siempre.
Acompañar: Compartir el pan,(etimológicamente).
Vamos a movernos dando alas a nuestros sentidos.
Con las manos, los ojos, los oídos y el gusto de disfrutar con la voz de nuestro cuerpo.
LUNES DE 19:30 A 21:30h – GRUPO SEMANAL
Comienzo 9 de enero del 2023
Primera clase gratuita, ven a probar
Coordina: Txabi Díez Elórtegui
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